​La epicondilitis lateral, popularmente llamada codo de tenista, es una de las causas más comunes de dolor en el codo.

¿Qué es la epicondilitis?

La epicondilitis, conocida popularmente como codo de tenista, es una lesión que afecta la parte externa del codo.

Se produce por la inflamación de los tendones de los músculos que transcurren junto al epicóndilo del codo, principalmente debido a movimientos repetitivos y sobrecarga.

Aunque su nombre sugiere una relación exclusiva con el tenis, esta patología puede afectar a cualquier persona que realice actividades que impliquen movimientos repetitivos de la muñeca y el antebrazo.

Esta afección genera dolor y debilidad en la zona afectada, dificultando tareas cotidianas como agarrar objetos o extender la muñeca.

La epicondilitis es común no solo en deportistas, sino también en trabajadores manuales, músicos y personas que utilizan de forma repetitiva herramientas o dispositivos electrónicos.

Principales causas del dolor en el codo

El origen de la epicondilitis radica en la sobrecarga repetida de los tendones de los músculos del antebrazo que pasan por  el epicóndilo lateral del húmero, la parte externa del codo.

Esta sobrecarga provoca pequeñas microlesiones que, al no tener tiempo suficiente para recuperarse, generan inflamación y dolor crónico.

Entre los factores de riesgo más comunes se encuentran la práctica deportiva intensa, especialmente en deportes que requieren movimientos repetitivos de la muñeca, como el tenis, el pádel o el golf.

Sin embargo, también puede desarrollarse en personas que realizan actividades laborales o domésticas que implican esfuerzos continuos, como carpinteros, pintores, o quienes trabajan con ordenadores durante muchas horas.

Es fundamental identificar la causa para poder implementar un tratamiento adecuado y evitar que el dolor se convierta en una molestia crónica que limite la calidad de vida.

Además, es importante mencionar que la falta de calentamiento adecuado antes de realizar actividades físicas puede aumentar el riesgo de desarrollar esta condición.

Un calentamiento apropiado ayuda a preparar los músculos y tendones para el esfuerzo, reduciendo así la probabilidad de lesiones.

Por otro lado, la debilidad muscular en el antebrazo también puede ser un factor contribuyente, ya que los músculos débiles son menos capaces de soportar la tensión y el estrés que se les impone durante la actividad física o laboral.

Síntomas del codo de tenista

El síntoma más característico de la epicondilitis es el dolor localizado en la parte externa del codo, que puede irradiar hacia el antebrazo y la muñeca. Este dolor suele intensificarse al realizar movimientos que requieren extensión o agarre, como levantar objetos, girar una llave o incluso al apretar la mano.

Además del dolor, es común experimentar debilidad en el antebrazo, lo que dificulta realizar actividades que requieren fuerza o precisión. En algunos casos, la inflamación puede causar sensibilidad al tacto y rigidez en la zona afectada, limitando la movilidad y afectando el desempeño diario.

Otro síntoma que puede presentarse es la sensación de hormigueo o entumecimiento en los dedos, especialmente en el índice y el pulgar. Esto puede ser un indicativo de que los nervios en la zona están siendo comprimidos debido a la inflamación.

Esta sensación puede ser particularmente molesta, ya que puede interferir con tareas cotidianas como escribir en un teclado o usar el teléfono móvil.

Beneficios de la fisioterapia para tratar la epicondilalgia

La fisioterapia es uno de los tratamientos más efectivos para la epicondilitis, ya que ayuda a reducir el dolor, mejorar la función y acelerar la recuperación.

Un fisioterapeuta especializado puede diseñar un plan personalizado que incluya ejercicios de estiramiento y fortalecimiento específicos para los músculos y tendones afectados.

Además, la fisioterapia incorpora técnicas como la aplicación de frío y calor, que contribuyen a disminuir la inflamación y relajar los músculos.

La terapia manual y las ondas de choque son otras opciones que pueden estimular la regeneración del tejido dañado y aliviar el dolor en casos persistentes.

Este enfoque conservador es fundamental para evitar complicaciones y, en muchas ocasiones, permite evitar la necesidad de tratamientos invasivos como la cirugía.

Complementar la fisioterapia con la modificación de actividades que agravan la lesión es clave para lograr una recuperación completa.

Cómo prevenir la epicondilitis

La prevención de la epicondilitis se basa en evitar la sobrecarga y el estrés repetitivo en los tendones del antebrazo. Para ello, es esencial mantener una técnica adecuada en la práctica deportiva y en las actividades laborales o cotidianas que impliquen movimientos repetitivos.

Utilizar equipamiento ergonómico, como herramientas diseñadas para reducir el esfuerzo muscular, también ayuda a disminuir el riesgo de lesión.

Además, realizar ejercicios de fortalecimiento y estiramiento de los músculos del antebrazo contribuye a mantener los tendones en buen estado y a mejorar la resistencia frente a la sobrecarga.

Es importante prestar atención a las señales del cuerpo y no ignorar el dolor. Consultar con un profesional de la salud ante los primeros síntomas permite recibir un diagnóstico preciso y un tratamiento oportuno, evitando que la epicondilitis se convierta en un problema crónico.

Directora y Fisioterapeuta en BSP FISIO

Fisioterapeuta colegiada nº 1920
• Diplomada en Fisioterapia por la Universidad de Málaga.
• Experta en Terapia miofascial
• Especialista en terapia manual ortopédica
• Especialista en Fisioterapia uroginecológica.